El GR 34 que pasa por Lorient Bretagne Sud
Vababundeando
por el GR 34
Está la tierra, están los ríos tan queridos por Xavier Grall y está el mar al borde de este camino. Y algunas piedras antiguas, el recuerdo de los aduaneros, que lo recorrían para vigilar el comercio marítimo. Este camino reinventado por gente apasionada desde hace medio siglo, fue elegido en 2018 sendero favorito de los franceses. El camino está en constante evolución, para realzar la diversidad de los paisajes y del patrimonio. Lorient Bretagne Sud te invita a descubrirlo.
El océano y las calas
Saliendo de Finistère, el GR sigue el cauce del río Laïta. Ya su nombre nos hace soñar. Sus meandros se enroscan en el asombroso bosque. Esa es la impresión de una naturaleza salvaje dominante. Cuando baja la marea, los bancos de arena donde se posan las aves contrastan con sus aguas tirando del color esmeralda a un transparente brillante. En la desembocadura, las mareas y los vientos se divierten remodelando el estuario de ocre y azul. Playas, acantilados, pequeños puertos: es un condensado de paisajes bretones en continua sucesión. Detrás del estanque du Loch, en Guidel y del estanque de Lannénec, frontera con Ploemeur, la dunas y las landas dirigen la mirada hacia la campiña salpicadas de colinas, un mosaico de campos, bosques y aldeas.
El fuerte de Keragan: el Fort-Bloqué en el mar
Fort-Bloqué impone su personalidad en la tarjeta postal. ¿Acaso es un espejismo ese resplandor del caolín entre los azules del océano y las landas llenas de flore? En el fondo, los escoriales blancos atraviesan el bosque. Los pequeños puertos se suceden: Le Courégant, Kerroch y Lomener a la cabeza. Kerpape, Kerguelen y, luego, el paisaje se reduce, frena para acampar en Larmor-Plage la localidad costera con sus villas de 1900. Todo un mundo de navegación se mueve entre la rada y la isla de Groix.
Lorient, Lanester
Lorient la base y el centro urbano
Saltamos los estanques du Ter. A las puertas de Lorient, la Cité de la Voile Eric Tabarly y la base de submarinos nos hablan del pasado y de hoy. La pesca, el comercio y la Marina exponen sus barcos. La tour de la Découverte y el Hôtel Gabriel nos transmiten los relatos de la Compagnie des Indes (Compañía de las Indias Orientales).
Lanester, entre la tierra y el mar, Blavet y la rada
Lanester está encerrado entre el Scorff, arteria fluvial, y el Plessis, río fronterizo entre la industriosa ciudad y los cañaverales. El campo reclama sus derechos. Desde la parte superior de Saint Guénaël nos sumergimos en el Blavet. Contemplación y cambio de escala. Las orillas se elevan.
En el campo, las casas rurales llamadas «longères» y las landas
Una vez franqueado el pont du Bonhomme, el campo va reclamando lo que es suyo, haciéndose más denso y silencioso, escondiendo casas y pueblos, donde el tiempo se alarga y estira. Las colinas cultivadas de Talhouët, Saint Sterlin, miran en la distancia la salida de la rada de los grandes transatlánticos, antes de sumergirse en la tierra.
Kergamenan, Kermoëllo, Mané Branroc’h, Locjan y su capilla: es toda una poética de pueblos con nombres bretones, salpicados de granjas de granito con techos puntiagudos, apostados como centinelas. En ambos, un bucólico paisaje de campos, prados, bosques y estanques nos hacen olvidarnos del océano que, sin embargo, está cerca.
El Gran Sitio de Francia Dunes Sauvages de Gâvres, en Quiberon
Volvemos por la laguna costera de Kerzine para descubrir en Plouhinec kilómetros de dunas bordeadas por el océano, la larga playa, las ondas de carrizo barrido por el viento, los líquenes y los musgos, la verdolaga y la orquídea: un viento de libertad.
Descubre el Gran Sitio de Francia Dunes Sauvages de Gâvres en Quiberon, 35 km de costa inalterada. ¡Este inmenso espacio abierto al océano despierta un sentimiento de libertad total!
Ría d’Etel
Por fin llegamos a la ría d’Etel, en la que se unen los dos mundos, haciendo entrar profundamente el mar en las tierras. En el Vieux Passage, el tiempo se detiene. Nos sentamos frente a las orillas del Etel, tierra de grandes marineros, que contribuyeron a la prosperidad de su pueblo persiguiendo el atún en alta mar con sus grandes veleros.
Sylvie Delannoy
- compartir: